Desde hace ya muchos meses, se ha visto muy notoria la presencia, creciente, de gente pidiendo e incluso otros vendiendo luego en la glorieta ubicada entre las avenidas Patria y Acueducto, así como en sus inmediaciones; en Zapopan, Jalisco, México.
Esto, por supuesto, ha generado diversos problemas, como el de la molestia de que algunos de ellos lo hacen sin respeto a los automovilistas, la gran cantidad de basura e incluso excremento que dejan sobre la glorieta, y el hecho de que algunos de ellos llevan o han llevado niños muy pequeños, que se atraviesan entre los vehículos, exponiendo su vida e integridad.
Pero hay al mismo tiempo otros problemas, mucho más serios, que muchas de estas personas están generando a diario, como aquí relataré en cuanto a lo que yo he visto y padecido, cada día peor.
La primera vez que, por mi labor en defensa de los derechos humanos de los indigentes, fui a pedir donaciones en ese lugar, fue el 16 de octubre de 2022. Respecto a lo cual hice al día siguiente una publicación (y después una serie de muchas otras) en este mismo blog:
Delictuoso acoso del Gobierno de Zapopan en mi contra
Ese día no vi absolutamente a nadie más pidiendo ni vendiendo por ahí, y, pese a haber sido un domingo, de inmediato llegó un elemento de la Dirección General de Inspección y Vigilancia de Guadalajara a conminarme, con insistencia, a que me fuera del lugar.
De inmediato lo denuncié, porque entre los varios delitos y faltas administrativas que cometió, estuvo además el de que ni siquiera le correspondía a él ese lugar en que yo estaba, por pertenecer, ese nodo, a Zapopan.
Pero tan solo un día después, llegó otro inspector, esta vez de Zapopan, a conminarme y amenazarme también por lo mismo, de forma también ilegal desde luego, y de inmediato puse las denuncias necesarias en su contra.
En los días y semanas siguientes, llegaron también policías, municipales y luego estatales, ha incurrir en los mismos delitos y faltas en mi perjuicio, y los denuncié enseguida.
Por tales ilícitos cometidos por múltiples servidores públicos hasta la fecha, he interpuesto muchas denuncias y quejas, contra gran número de ellos, y he hecho múltiples publicaciones, en este blog y en Twitter (ahora X).
En los primeros días de mi llegada a ese lugar, para mí fue muy notorio que había a tan solo a unos metros de allí varios inspectores vigilando, permanentemente, fijos en la zona, y corriendo del lugar a quienesquiera que llegaban a pedir o vender por allí.
Desde entonces, sin embargo, conforme ha pasado el tiempo, han ido llegando al lugar, poco a poco, otras personas, aprovechando la oportunidad de que los inspectores y la policía ya no les dicen nada.
Entre las cosas que considero importante aquí aclarar, están las siguientes:
1. En ninguna de mis denuncias, legales y públicas, y quejas al respecto, he procurado defender los derechos de tales personas a realizar dichas actividades, y mucho menos en cuanto a los casos en que muchos de ellos parecen estar cometiendo muy serios ilícitos, y en cuanto a algunos no tengo ninguna duda, puesto que los he sufrido directamente.
2. Lo primeramente dicho antes, debido a que en mi concepto y objetivos de progreso para las personas en situación de calle, no está el fomento ni incremento de tolerada a la mendicidad. Sería muy conformista, y hasta mezquino, un objetivo como este. Y lo segundo, porque, por supuesto, estoy en contra de todo delito y abuso.
3. Quienes piden allí, además, no son indigentes en su gran mayoría. Una gran parte de las personas que piden dinero, según he constatado por mí mismo (aunque ya otros me lo han platicado además), no solo no son indigentes, sino que tampoco son gente de escasos recursos, sino que hasta llegan en automóviles (no precisamente de los más baratos) al lugar, y otras muchas de estas personas, si bien parecen ser pobres y muy ignorantes, tampoco son indigentes.
Es cierto que hay distintos grados de indigencia, como, por ejemplo, quienes comen directamente de la basura, buscando en los botes, bolsas y cajas de desechos que buscan y se encuentran en las calles y hasta en el suelo. Este es el grado de pobreza y de indigencia más extremo que yo he visto directamente. Y hay también los indigentes que comen, al menos, de lo que otras personas les dan. A estos se les ve agolpados (yo no diría «agrupados», porque podría sonar a organizaciones, que en realidad no forman) en ciertos lugares de muchas ciudades, a lo que gente caritativa acude a donar alimentos, agua, ropa, usada por lo general, y algunos otros bienes de primera necesidad, como cobijas, sobre todo en los tiempos de frío.
Pero todos ellos tienen en común el hecho de ser tan pobres que no tienen un lugar donde vivir (ni siquiera un albergue), y por lo tanto donde ir a hacer sus necesidades fisiológicas y bañarse. Y este es un problema de salud muy serio, que mucha gente no indigente no parece tomar en cuenta. Y lo sé muy bien, porque yo fui indigente durante dos años, y sufrí y vi muy de cerca todo esto, y muchas otras cosas.
Un gran número de indigentes, padece problemas de drogadicción y/o alcoholismo y, por supuesto, como causa y efecto de ello a la vez, de depresión y muy baja autoestima, severamente.
Algo en extremo importante que yo aprendí, poco a poco, tras largos meses de ser indigente y convivir con ellos, es que la causa principal de la indigencia verdadera, y no de la falsa, es la nobleza de la gran mayoría de esta gente. Yo mismo nunca imaginé que fuera así, y me costó trabajo llegar a darme cuenta plenamente.
No soportan los abusos, porque su concepto y sus expectativas de una vida social (familiar e interpersonal en lo general) y laboral son más justas que las de la gran mayoría de las demás personas. Esperan algo mejor porque ellos ofrecen algo mejor, y al no recibir lo que ofrecen se decepcionan y se deprimen, y se «auto»marginan, alejándose de los demás.
Contra la gran mayoría de ellos, por ser muy pobres y escasos recursos para defenderse, muchas empresas comenten abusos, como no pagarles, discriminarlos y mal tratarlos injustamente. Esto lo he visto y lo he sufrido en carne propia muchas veces yo también, y hasta lo he publicado antes, en este blog, en cuanto a algunas de estas empresas, que en mi caso en realidad fueron menos injustas, pero insoportables, que como muchas otras acostumbran ser con la gente aún más vulnerable, como son en su gran mayoría estas personas.
A propósito, también se dice, injusta y falsamente, que los indigentes viven en la calle porque les gusta vivir así, y que no quieren vivir en albergues. Esto es falso de varias formas. 1) En realidad, no hay albergues suficientes y, por ello, la gran mayoría no son admitidos. 2) En todos los albergues en que yo he estado (y son casi todos los que hay en Guadalajara), se comete una gran cantidad de abusos muy serios contra los albergados, y por esto muchos «prefieren» estar en la calle, eligiendo el menor de los males.
Otra cualidad que distingue a la gran mayoría de indigentes, es su falta de atrevimiento, que está muy relacionada con su nobleza y su baja autoestima. La gran mayoría de indigentes, de indigentes verdaderos, no se atreve a pedir dinero en las calles, y no lo hace de hecho. Solo un porcentaje muy pequeño de personas indigentes se atreve a hacer esto, y por lo general lo hacen en casos de aún más extrema necesidad.
Esto, a primera vista, puede parecer contradictorio, y por ello hasta falso, por el hecho de que una gran parte de los indigentes recibe comida donada en la vía pública. A algunos de ellos les da, realmente, vergüenza formarse en la fila para ello, pero a la gran mayoría le avergüenza muchísimo más, insuperablemente, pedir comida o dinero de manera individual, esto es, casa por casa o en una esquina de alguna avenida a automovilistas, respectivamente.
Irónicamente, así, la gran mayoría de quienes piden dinero en las calles, no son indigentes realmente. Muchos de ellos son gente relativamente pobre e ignorante, como en el caso de mujeres jóvenes indígenas, que piden cargando un bebé de meses y llevan, además, un niño o niña de unos años, y que muy probablemente llevan ya otro hijo en el vientre. Y, sin embargo, pese a que es evidente que están en un serio problema, no son indigentes, porque es evidente que no viven en la calle. Esto es notorio por varias cosas: 1) No cargan con las pertenencias imprescindibles para vivir en la calle, que por lo general abultan y pesan mucho, sino que tienen un lugar donde dejarlas, que están rentando. 2) Por lo mismo, estas personas no están sucias, ni de lejos, como por fuerza lo están las personas en situación de calle. 3) Por lo general, estas personas, si bien piden dinero para obtener esos beneficios y otros que ya no son básicos, llegan a un grado de irresponsabilidad (al recibir todo donado), que se vuelven muy irrespetuosas con su entorno, y tiran la basura donde sea. Lo cual está lejos de ser lo típico en los indigentes.
Mucha gente tiene la falsa idea de que los indigentes son sucios, e incluso muy sucios, y esto es también muy injusto. Me di cuenta de esa mentira e injusticia porque cuando tengo donde bañarme, y cuento con tiempo bastante, me baño cuando menos dos veces al día, mientras que cuando estuve en la indigencia, llegué a estar sin bañarme hasta más de dos meses, y, por supuesto, no por haberme vuelto sucio, en la forma de ser, sino solo en la de estar, a mi pesar, no teniendo donde bañarme. Mi única opción, como la de muchos otros indigentes, era el río Atemajac, muy contaminado, pero a una distancia tal, que para mí era un extremo y doloroso esfuerzo físico llegar, con los pies muy lesionados tras cargar o empujar permanentemente, durante muchos meses o más de un año, mis pertenencias.
Por otra parte, la gran mayoría de los indigentes es muy respetuosa con el entorno en este sentido y en cualquier otro. Sé que uno de los problemas que los indigentes padecen con el gobierno, es que este considera basura sus pertenencias, y hasta se las tiran, arguyendo esa injusticia de tacharlas de basura. Sin embargo, los indigentes, con excepciones como en todo caso, hacen todo lo posible por no molestar a nadie (transeúntes, vecinos, gobierno), porque se saben muy vulnerables y necesitados, y han sufrido mucho a consecuencia de estas condiciones.
En el caso de algunas de las personas que piden dinero y comida en el nodo Patria Acueducto, sin decir ni hacer nada en contra de ninguno de ellos nunca, cuando dos muchachas indígenas que, con bebé y niño/a cada una pidiendo allí, me vieron recogiendo del suelo basura de la que ellas y otros de ellos allí dejan, comenzaron a tirar más basura, en esos momentos, adrede con el fin de disuadirme de seguir con ese ejemplo.
Otros dejan a diario excremento, en pañales, pudiendo llevárselo en una bolsa al retirarse del lugar. Sin embargo, lo dejan como por desprecio, o simplemente porque lo que obtienen, al pedir allí, no se condiciona a una buena conducta o higiene.
4. Quienes sí son indigentes, que son muy raros, así como otros que no lo son, piden para ellos mismos o algunos cuantos, mientras que yo lo hago con el objeto de beneficiar, de maneras definitivas o perdurables, a miles de indigentes. En los últimos meses he estado preparando un sitio web a este respecto, al cual publicaré pronto el enlace en este blog, con mucha más información.
Al mismo tiempo, estoy construyendo otro sitio para que múltiples escritores puedan vender sus libros digitales (ebooks) sin la censura que actualmente predomina en (¿todos?) los demás, y —muy importante también— recibiendo pagos justos y transparentes.
Mi intención es crear una asociación civil, para lo cual estoy reuniendo dinero para poder pagar un local y el acta constitutiva ante un notario público.
Esto, con el fin de poder pedir donaciones de manera más formal, que sean deducibles de impuestos para los donantes, y que me permita pedirlas por Internet. Por lo cual, por supuesto, mi intención no es pedir donaciones en la calle todo el tiempo, sino el menor tiempo posible; cuando mucho unos meses más, o menos preferentemente (estoy haciendo todo lo posible).
Con el objeto de crear un albergue para indigentes, muy diferente de los demás, completamente transparente en cuanto a lo que ocurre dentro, de tal modo que no pueda haber injusticias o que cuando menos puedan resolverse, pronto y del mejor modo posible.
Mi intención es que este tipo de empresa, no lucrativa, sirva de modelo de lo que antes he señalado en este blog y otros sitios, en videos y en texto, como la mejor opción posible para el progreso de cualquier empresa (incluso lucrativa), debido a los enormes beneficios de la honestidad en ella.
El proyecto implica que, para ello, haya cámaras de video por todos lados, con excepción de los baños, por supuesto, aunque con la opción de hablar públicamente respecto a cualquier abuso que haya visto o padecido allí.
Transmitiendo en vivo todo (imágenes y audio) a un sitio, del albergue, totalmente público en Internet. Donde cualquiera pueda supervisar, regrabar (además de lo grabado en el albergue mismo), opinar y señalar cualquier injusticia o mejora que crea posible. Y estimulando a todos los albergados y visitantes a hacer sus propias grabaciones de lo que allí ocurra; como, por ejemplo, el trato de los encargados a los albergados en cada momento, y de la comida y el lugar. Lo que quiero es que sea un albergue en el que yo, como director, haga exactamente todo lo que como albergado antes vi que hacía falta hacer; y esto hará una enorme diferencia, pero no solo para este albergue, sino también para otros que otros hayan creado o creen, o que yo mismo cree aquí y en otros lugares.
5. La basura que en el nodo estas personas dejan, sin duda genera quejas de los negocios de alrededores, de las que el único que enfrenta consecuencias de personas del gobierno insistiendo en quitarnos de allí soy yo.
6. No podría continuar mi trabajo si me fuera a otro lugar, pues estas personas, al verse expulsadas de allí, se irían detrás de mí, e independientemente de ello pronto otras personas llegarían al ver que ya está permitido en ese otro lugar, y además ya no tendría yo tiempo más que para estar denunciando al gobierno, e incrementando de este modo el riesgo de ilegales represalias en mi contra por parte del gobierno o de elementos de la policía, frente a tantas denuncias.
7. Mientras tanto, irónicamente, algunas de las personas que están llegando a vender o a pedir al lugar, me han estado tratando con hostilidad y hasta con agresiones bastante serias, pese a que en ningún momento yo las he tratado mal o las he criticado, ni he hecho alguna recomendación o alguna mala cara.
Mi reacción ante su presencia, ha sido siempre ignorarlos completamente. Sin embargo, muchos de ellos ya parecen sentirse con derecho de expulsar a otros por el hecho de que van más tiempo.
Hace unos meses, llegó a este sitio un grupo de vendedores de flores muy agresivos, que debido en parte a estar coaligados entre sí, se muestran con mayor atrevimiento de lo normal a correr a otras personas y hasta a cometer otros abusos serios.
Hasta ahora he visto a poco más de diez de ellos, en la glorieta y sus alrededores, habiendo a la vez cuando menos entre tres y cinco, y con frecuencia más.
Las conductas de varios de ellos, son tales que parecen estar bajo influencia de alguna droga estimulante, gritando y hasta bailando estrafalariamente ante los vehículos con el propósito de llamar la atención de la gente, pese a que muchas de las personas que van en ellos, desean aprovechar esos momentos para concentrarse en hacer algo en sus celulares, y son interrumpidas bruscamente.
Algunos de estos vendedores, insistentemente quieren abarcar la avenida Acueducto y la avenida Patria alternadamente, colocándose en una esquina, frente a la cual yo me coloco, limitándome a una sola de las avenidas.
A pesar de esa ventaja con la que actúan, y de que yo jamás me he mostrado en su contra, se han mostrado molestos y hasta enfurecidos por mi presencia, a través de todo este tiempo, y cada vez más, cometiendo múltiples abusos, como el de adelantarse bruscamente para interponerse entre mí y las personas en los vehículos y lanzar gritos molestos en esos momentos para disuadir a estas personas de donarme algo.
Esto ha llegado hasta el extremo de que me han robado una mochila, me han tratado de golpear y me están acosando en extremo varios de ellos al mismo tiempo, muy cerca de mí (a centímetros y a metros de distancia); como anteayer, por ejemplo, ocurrió por enésima vez.
Han llegado, crecientemente, hasta el extraño extremo de dedicarse más a tratar a impedir que yo consiga donaciones —o que siga yendo a pedirlas allí—, mediante acciones como las antedichas, que a tratar de vender flores, como si consideraran en extremo inconveniente para ellos mi presencia en el lugar.
Y esto, por supuesto, me intrigó mucho al principio, tomando en cuenta que jamás interferí de ninguna manera en sus actividades, ni en las de ninguna de las personas que piden allí.
Sin embargo, han sucedido al mismo tiempo varias cosas que parecen explicar lo que está sucediendo:
1. Desde poco después de que este grupo de vendedores llegó a este lugar, una noche, a la hora a la que acostumbraban dejar de vender flores en el lugar, como a las 20:30 horas (después alargaron su horario hasta las 9 o 10 de la noche), llegó una camioneta grande, en buenas condiciones, y se estacionó a unos dos metros de donde yo estaba, en la avenida Patria, y enseguida un vendedor de flores se acercó, se subió a ella en la parte de atrás y se fueron. En varias otras ocasiones esto volvió a suceder después. Lo que me hace pensar que se trata de su empleador, que pasa, a veces o siempre, a recogerlos al final de la jornada.
En otras ocasiones, pueden haber ido por ellos a otro lugar del nodo, al que yo no alcanzo a ver. Lo cual es muy probable teniendo en cuenta que muchas veces he visto que desde otro lado uno de ellos llama, con chiflidos, a otro como a esas horas, y se van juntos a ese otro lado, en el que pueden estar siendo recogidos por la camioneta.
Este hecho de que trabajan para una empresa, que muestra mayores recursos que ellos, puede estarlos envalentonando para cometer abusos por cualquier motivo, contra alguien a quien consideran solo y de escasos recursos. De hecho, considero muy probable que cuando esa camioneta se paró mucho más cerca de mí que de ellos para recogerlos, fue con el fin de exhibir sus recursos y que no están solos, sino organizados, con un fin de lucro.
2. He visto a todos ellos interrelacionarse como partes de un mismo grupo que persigue un mismo fin, en coordinación, y en complicidad cuando cometen diversos abusos, como, por ejemplo, al relevarse para tratar de impedirme pedir donaciones y al acosarme varios de ellos a la vez y uno tras otro, lo que tiene el mismo efecto de prepotencia que los hechos antedichos respecto a la camioneta.
3. Comenzaron a llegar a este lugar al mismo tiempo, lo que también confirma que forman un grupo, y que es por ello que pueden estar reaccionando con tal prepotencia.
4. Venden flores iguales y con envoltura del mismo color en los tallos. Lo que también hace pensar que forman parte de una misma empresa.
5. En varias ocasiones, me ha tocado ver que alguno de los vendedores de flores se saluda en voz muy alta, incluso a gritos, con muchachos tipo junior, conduciendo vehículos caros y cuyo aspecto, conducta y lenguaje, muy soez y como de drogados, parecen en extremo lejos de alguien que compra flores y muy cercano a los de quienes compran droga.
6. Cuando alguno de estos vendedores procura vender en el mismo lugar que yo al mismo tiempo, lo cual es casi a diario, con frecuencia conductores al donarme se despiden diciéndome «cuídese mucho». Y a menudo ellos y otros al ver acercarse a uno de ellos me da algún dinero como tratando de desanimarlos, incluso llamándome.
Esto me ha hecho pensar que estos conductores han visto u oído algo que hasta ahora a mí, hasta cierto punto y en cierto modo, se me ha ocultado: que quienes venden flores en este lugar, no venden solamente eso, ni principalmente, y que las flores son en realidad un intento de disimular otro tipo de ventas, más lucrativas, pero ilegales.
7.
8.
Continúo escribiendo, pues hay mucho más que decir al respecto.
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